La angustia patológica es un estado emocional en el que el sujeto se siente tenso, atemorizado y alarmado de manera desagradable y con un intenso componente somático. Si este estado viene desencadenado por algún estímulo, este no aparenta intensidad o magnitud suficiente para desencadenar el cuadro. En este fenómeno se incluye tanto la ansiedad como la angustia, aunque no con términos equivalentes, ya que el segundo presenta connotaciones más íntimamente relacionadas con el componente orgánico o somático de la emoción.
Subjetivamente el individuo se siente inquieto y tenso, con la impresión de inseguridad y temor de que va a sucederle algo. Nota su atención, su concentración y su organización perceptiva mermadas. Siente opresión torácica, constricción de la garganta, dificultad respiratoria, debilidad en las piernas, palpitaciones, sensaciones de vértigo y hormigueos. En los cuadros más graves puede aparecer despersonalización y desrealización junto con una intensa sensación de pánico. Objetivamente, hay inquietud psicomotora, con insomnio inicial, pensamiento atropellado y poco determinativo además de frigidez o impotencia. Las manifestaciones somáticas son abundantes, algunas bajo control voluntario y otras ajo control involuntario total o parcial.
La angustia se considera patológica en función de la proporción respecto del estímulo desencadenante, la intensidad y la duración.
En la clínica aparece en las siguientes situaciones:
- Estados de ansiedad. Tanto crisis de ansiedad como ansiedad generalizada.
- Psicósis esquizofrénicas. En este caso la ansiedad surge a menudo ligada a otros síntomas “positivos”, como alucinaciones o delirios. Suele aparecer en los periodos de inicio, en los que aparecen también síntomas marcados de despersonalización y desrealización, conjunto que configura lo que se ha denominado “angustia psicótica”. La relación con la realidad se encuentra gravemente alterada.
- En cuadros depresivos en los que la ansiedad surge de manera casi invariable.
- En enfermedades somáticas, en las que la ansiedad es un componente habitual en la medida en que supone la presencia de un peligro en cuyo caso el grado de ansiedad dependerá de la gravedad de la enfermedad y su duración, el entorno, la información de que disponga el paciente y la personalidad del mismo. Puede aparecer también como síntoma de numerosas enfermedades somáticas, en ocasiones como el único síntoma evidente de la enfermedad, siendo el caso de trastornos hormonales y metabólicos, como el hipotiroidismo, hipoglucemias y porfirias. Por último, la ansiedad en cuadros orgánicos también puede tener su origen en la ingesta de fármacos como anfetaminas o corticoides, supresión brusca de alcohol o sedantes…