Siguiendo en la línea de la psicopatología de la afectividad, hoy nos ocupamos de la tristeza patológica. En esta otra variante anormal del estado de ánimo, el sujeto se siente especialmente apenado, triste, afligido, desanimado y abatido, sin interés por sus ocupaciones ni por el entorno.
Objetivamente parece apagado y con escasa reactividad emocional, pero muestra tendencia al llanto, tanto espontáneo como inducido. La atención al entorno es escasa y principalmente centrada en su tristeza. El discurso suele ser parco y breve, y a menudo suele expresar sentimientos de culpabilidad e indignidad que pueden incluso llegar a tener naturaleza delirante. La aparición de estos sentimientos de culpa parece ser que están relacionados con el contexto social y cultural. La autoestima suele ser baja.
Así mismo, la psicomotricidad se caracteriza por una inhibición que afecta a la expresión facial y a los movimientos, aunque no hay que olvidar la existencia también de las depresiones agitadas, en las que se produce el fenómeno opuesto y se manifiesta una importante inquietud. En los casos más graves aparecen rumiaciones y conductas suicidas.
Normalmente la calificación de la tristeza como patológica se realiza en base a la proporción frente a un desencadenante, la duración y la intensidad de las manifestaciones y la afectación de la conducta del individuo.
En la clínica los síntomas descritos aparecen:
- Configurando los estados depresivos.
- Los casos relacionados con factores de personalidad.
- En la patología orgánica cerebral. En este caso puede existir, igual que en la alegría patológica, desde un componente reactivo hasta un gran número de causas somáticas.