Hay síndromes más o menos conocidos, y éstos últimos no por ello resultan interesantes al estudio. Sería, por ejemplo, el caso del Síndrome de Balint. Los pacientes que presentan este síndrome generalmente padecen lesiones en el parietal posterior, presentando importantes deficiencias en tareas espaciales. No solo tienen dificultades para orientarse hacia estímulos visuales, sino que no son capaces de dirigir correctamente la mano y el brazo al intentar alcanzar algo, y tampoco ajustan con normalidad la forma de los dedos al agarrar. También suelen tener problemas para orientarse de otros modos, como por ejemplo, al escuchar.
Si necesitan coordinación viso-manual para realizar alguna tarea, el déficit es, si cabe, más pronunciado. Estas personas suelen tener dificultades para calcular la longitud, la orientación y la distancia, y pueden perder la capacidad de ensamblar piezas en un conjunto.
En este caso en concreto, el tratamiento adecuado está enfocado a mejorar e intentar recuperar funcionalidades perdidas basándose en la rehabilitación mediante terapia ocupacional y el asesoramiento y tratamiento psicológico en los casos en que sea necesario.
Lo más interesante es que resulta posible lograr cierto nivel de recuperación, dependiendo también del tipo de lesión causante del síndrome y de las neuronas dañadas o aisladas.