Los castigos

Cuando hablamos de castigos siempre surge la polémica ¿Hay que castigar? ¿No hay que hacerlo?

El castigo está presente habitualmente en la vida cotidiana. De hecho, en la regulación de normativas sociales y legales se contemplan las sanciones que acompañan a su incumplimiento. Por ejemplo, una multa por exceder la velocidad indicada, la pena de cárcel por robar o matar, suspender por no alcanzar los resultados académicos, no jugar a la videoconsola por no recoger el cuarto de estar…

Hay que diferenciar entre castigo positivo, que es aquél en el que se reduce la frecuencia de una conducta porque después de que ocurra se presenta un estímulo adverso; y castigo negativo, que es la retirada de estímulos positivos.

En este último supuesto existen dos variantes principales:

  • Tiempo fuera de reforzamiento. Negar el acceso temporal a los reforzadores inmediatamente después de que se realice la conducta inadecuada, cumpliendo siempre una serie de condiciones básicas, como que la personas tiene que ser consciente de las razones por las que se está aplicando este tipo de castigo y conocer la duración del mismo; esta duración además debe ser breve; no se debe producir ningún reforzador durante este tiempo; hay que cumplir el tiempo establecido y si el comportamiento es adecuado; y no debe servir para escapar de una situación desagradable o incómoda, puesto que en este caso se convertiría en un reforzamiento negativo que incrementaría la conducta inadecuada en lugar de un castigo para reducir la conducta inadecuada.
  • Coste de respuesta. Se refiere a la pérdida de un reforzador positivo del que se dispone. El ejemplo más claro seria la retirada de puntos o del carnet de conducir por cometer una infracción de trafico. Uno de los aspecto que hace más efectivo este sistema es la entrega de reforzadores positivos si se incrementa la conducta adecuada, por ejemplo si sigues respetando las normas de trafico, recuperas los puntos perdidos.

Como aspectos a utilizar de guía respecto al castigo podemos destacar:

  • El castigo, sea positivo o negativo, debería ocurrir inmediatamente después de la ocurrencia de la conducta inadecuada.
  • El castigo debe ser administrado cada vez que esta conducta ocurra.
  • La personas a la que se le aplica debe ser consciente de la relación entre la conducta inadecuada y el castigo que se aplicará.
  • El reforzamiento no debe aplicarse enseguida del castigo pues podría contrarrestar su efecto y además reforzar la conducta.
  • El castigo siempre tiene que ir precedido de un aviso de advertencia.

Por ultimo y ademas muy importante, hay que hablar de los efectos colaterales del castigo:

  • Reacciones emocionales adversas que pueden dificultar el aprendizaje o realización  de conductas alternativas.
  • Evitación y escape de la situación en la que se ha producido o de la persona que lo ha suministrado (irse de casa…)
  • Agresión contra la persona que lo esta administrando.
  • Castigo modelado, puesto que uno de los efectos más importantes es que el individuo aprenda por experiencia directa. Este es un efecto especialmente importante cuando es un castigo físico, por ejemplo, si un niño aprende que su padre o madre le pega como resultado de una acción inapropiada, cuando el se encuentre en la misma situación puede utilizar el mismo procedimiento.
  • Perpetuación del castigo. Puede convertirse en una herramienta habitual para reducir o modificar conductas, descuidando el refuerzo de otras conductas o facilitando el aprendizaje de alternativas más adecuadas.

 

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