Esta intervención debe tener en cuentan la importancia de los hábitos alimentarios tempranos y cómo están influenciados de forma activa por los padres. También es importante conocer los efectos nocivos del uso puntual de dietas hipocalóricas restrictivas.
El objetivo de una intervención debería ser el mantenimiento a largo plazo de unos hábitos de vida saludable, incluyendo unos hábitos sanos de alimentación.
Actualmente, muchas intervenciones con obesos aplican tratamientos multimodales en los que se enseña a los pacientes a automonitorearse y ser conscientes de sus patrones de alimentación (por ejemplo, con autorregistros). Se enseñan técnicas de control-conducta (control de estímulos, desarrollar nuevos estímulos discriminativos…); a reducir la ingesta y a disfrutar más de la comida; a mejorar su diálogo interno (reestructuración cognitiva, autoinstrucciones…); a obtener un mayor apoyo social y a prevenir las recaídas; y se les alienta a realizar un programa de actividad física.
De ahí la importancia de que todo proceso de intervención alimentaria esté debidamente controlado por un psicólogo especialista.